TURISMO AL CACAO FINO DE AROMA
Por Guido Calderón
El 70% del cacao del mundo lo produce África y prácticamente no tiene olor ni sabor, pero es el más usado por su bajo costo. Hasta hace unos años, para el chocolatero europeo era imprescindible agregarle cacao fino de aroma, del cual Ecuador produce el 60% mundial, para que tenga las características de un buen chocolate; pero con el avance de la industria química actual en saborizantes, olorizantes y tinturas, que se agregan a los chocolates industriales, cada vez son menos los que necesitan cacao de Ecuador, país en el que esta variedad está perdiendo cultivos, y es reemplazada por la variedad híbrida, muy resistente a las plagas, pero sin los aromas y sabores que han sido la bandera del país.
No existe una legislación respecto del chocolate, por lo que cualquier mezcla grasosa es comercializada como chocolate -sucedáneo- a precios muy bajos, porque son básicamente manteca vegetal de aceite de palma saborizada, la cual al ingresar en el cuerpo humano genera diarreas, brote de espinillas, afecta al hígado y crea conmoción en un organismo que funciona con 36 grados centígrados de temperatura y debe diluir y digerir una grasa hidrogenada que en su mayoría se derrite a los 42 grados.
Actualmente, el ecuatoriano consume en promedio 300 gramos de chocolate -generalmente falso- al año, frente a 12 kilos que consume un español y 15 kilos un suizo, países donde para estampar el nombre de chocolate deben tener al menos un 30% de cacao.
Urge legislar e impedir que se llame chocolate a lo que no lo es. Necesitamos campañas de las bondades medicinales del cacao fino de aroma y facilitar el consumo interno de sus chocolates, que nos ponen en armonía con el bienestar y la felicidad. Mucho nos enorgullecemos de nuestro cacao, pero no fabricamos suficiente chocolate, como para sentirnos dignos propietarios de tan maravillosa planta que nos certifica como un país primario en todos los sentidos. /GC