TURISMO ROTARIO

Por Guido Calderón

 

Los valores de los rotarios son el compañerismo, la integridad, diversidad, el servicio a la comunidad. Sus más de 46.000 clubes, promueven la paz, combaten enfermedades, proporcionan acceso al agua, protegen a madres e hijos, fomentan la educación, desarrollan las economías locales y protegen el medioambiente. ¡Una noble misión para personas igual de nobles!

 

Con este preámbulo, nos sentimos felices de enviar a nuestra hija de 17 años al intercambio en un país del primer mundo, donde asumimos que los rotarios de ese país serían excelentes seres humanos y tratarían a nuestra hija con el mismo amor y cuidado, con el que nosotros tratamos a la chica brasilera -que como parte del intercambio- llegó a nuestra casa.

 

Nuestra sorpresa y pánico, cuando nos enteramos que en la primera familia donde llegó, personas que combaten el hambre en el mundo, le negaban la comida y cuando desesperada por hambre comió un pan fue reprendida severamente. A una niña que creció en un país tropical, se le negó aumentar la temperatura de su cuarto y en pleno invierno y bajo lluvia le obligaron a caminar 40 minutos para tomar el bus sin la ropa adecuada, o le dejaban en la escuela 3 horas antes que empiece clases sin un abrigo. Toda esta represión en nombre de la “adaptación a nuestra cultura”.

 

Después de tres meses infernales de maltrato diario, de una indiferencia marcial que no contribuía a aprender otro idioma, la niña se quejó por escrito a los dirigentes nacionales. El resultado: los dirigentes locales avalaron un informe, acusando a la niña de mentirosa y la amenazaron con expulsarla de Francia. Indigno que varios adultos, en vez de buscar solución al trato inhumano que sufría la muchacha, acordaron amedrentarla y ser cómplices de una pareja de mal corazón, que no merecen ser rotarios y sobre cuya conducta abusiva, ya han habido quejas anteriores; por lo que a futuro, no se les debe enviar más chicas a que sean maltratadas y humilladas.

 

Viajar a Europa y especialmente a Francia fue un sueño que se convirtió en una pesadilla de 4 meses terroríficos. Afortunadamente, tal como estaba planificado, el quinto mes la niña pasó a otro hogar en donde sí recibió el cariño, la comunicación, la alimentación y los medicamentos que la familia anterior le negó. Fueron tres meses maravillosos y luego tres meses más con otra familia, donde encontró más contacto con la cultura francesa y nuevas hermanas mayores.

 

Urge implementar un sistema de calificación de las familias anfitrionas, por parte de chicas y chicos pasantes. Con tantas familias amables de sólidos principios rotarios, deseosas de recibir a jóvenes de otros países, no se puede conceder el privilegio de cuidar a nuestros hijos, a gente sin corazón, cobijadas bajo la noble bandera del Club Rotario Internacional.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *