TURISMO A LA SEXUALIDAD
Por Guido Calderón
El segmento poblacional entre 12 y 17 años, en su mayoría eran vidas sanas que no gastaban en medicamentos. Los laboratorios farmacéuticos apuntaban sus ventas a la gente madura, con los recursos para pagar medicinas costosas y tratamientos permanentes.
Pero este segmento juvenil creció en los últimos 30 años hasta ser un 20 % de la población mundial, concentrada en países en desarrollo; y no podía ser posible que no consumieran medicamentos: a esa edad el 99% está sano; así que las transnacionales farmacéuticas crearon la “Ideología de Género”, con la cual se inyectó el sexo en mentes de niños que solo pensaban en jugar pelota y niñas que disfrutaban de vestir muñecas.
Con el auspicio de las farmacéuticas a filósofos y partidos de izquierda, se creó un discurso contundente y avasallante, del derecho que tiene un niño de 12 años a cambiar de sexo, dando por descontado su derecho a tener todas las relaciones sexuales que desee, de todo tipo, con cuantos desee, las veces que quiera, sin ninguna responsabilidad, ni conocimiento y peor consentimiento. Esto disparó los embarazos juveniles no deseados, las paternidades adolescentes y millones de bebés criados por niñas, que son la parte visible; lo que se oculta, son las enfermedades sexuales: el 20% de esta población juvenil actual está ya contagiada y contagiando, ya es cliente asiduo de las farmacéuticas para curarse de más de 30 enfermedades incluido el Sida.
Es muy fácil a cualquier idea destructiva, anteponer la palabra “derecho” y salir a las calles a darse de adalid sin responsabilidad. Nos ahogamos en derechos y nadie es garante de nada, salvo el Estado que debe legalizar y satisfacer la avalancha de defensores que se nutren de la impunidad e indiferencia a las consecuencias.
La relación de pareja es el fundamento de la Familia y ésta la esencia de una Sociedad. Si el ser y hacer pareja está desquiciado, no exijamos el derecho a una Sociedad justa y equitativa, menos aún desarrollada. /GC